En el territorio mexiquense hay más de 13 ramas artesanales, cada una cuenta un poco de la historia de las regiones, municipios y comunidades, por ello es importante preservarlas y sus principales defensores son las y los grandes maestros del arte popular que todos los días luchan porque ninguna técnica milenaria desaparezca.
Ejemplo de lo anterior es la Escuela del Rebozo en Tenancingo, en el sur de la entidad, que se caracteriza por la elaboración de textiles; sin embargo, su pieza de oro son los rebozos, bellos lienzos que terminan con empuntados y es una prenda de gran tradición, símbolo de mexicanidad y orgullo mexiquense.
Esta institución tiene como objetivo capacitar y enseñar a las nuevas generaciones la elaboración de rebozos, para continuar con el legado de muchas familias, pero sobre todo que el municipio siga siendo referente de su elaboración e identidad.
Para la creación de estos textiles existen dos formas clásicas, que podríamos llamar históricas, el telar de cintura o de otate, que es una de las técnicas que muy pocos jóvenes artesanos saben y hacen en la actualidad y la otra es el telar de pedal que es más popular.
Después de realizar el lienzo se procede a la elaboración del empuntado, que es parte fundamental para que el rebozo termine de lucir, hay ocasiones que en la hechura completa de una pieza puede tardar hasta ocho meses.
Es importante valorar el trabajo de las y los artesanos del rebozo, porque no sólo dedican tiempo, sino también su conocimiento para lograr la perpetuidad de sus piezas y que a la vez se innoven para colocarse en el gusto de los consumidores. Lo hecho en México está bien hecho, lo hecho en el Estado de México está hecho con el corazón.
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